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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha declarado este martes el estado de emergencia en Carolina del Sur ante la devastación y las fuertes inundaciones causadas por la tormenta Florence, que se ha cobrado 31 vidas desde que tocó tierra en la costa sureste del país el pasado viernes.
La declaración de emergencia, que fue anunciada a primera hora del lunes por la Casa Blanca, autoriza al Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y a la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA) a coordinar todos los esfuerzos de socorro en casos de desastre y destinar fondos federales para afrontar la tragedia.

La asistencia económica de la Administración, que se pondrá a disposición de diversas instituciones gubernamentales y civiles, servirá para implantar "medidas de protección de emergencia" en Carolina del Sur, que, junto con Carolina del Norte, están siendo los estados más afectados por el azote de la tormenta.
A pesar de que Florence se ha ido debilitando desde que la semana pasada comenzara a enfilar hacia suelo estadounidense como un huracán de categoría 4 en la escala de intensidad de Saffir-Simpson hasta su actual estatus de tormenta de categoría 1, las autoridades advierten de que aún representa "una situación increíblemente seria".

Uno de los últimos cuerpos recuperados, según fuentes policiales, es el de Kaiden Lee-Welch, un bebé de apenas un año de edad que se encontraba en paradero desconocido desde el domingo, cuando el coche en el que viajaba con su madre fue arrastrado por la corriente. Las autoridades detallaron que, aunque la madre fue capaz de liberarse del cinturón de seguridad y de hacer lo propio con el pequeño, la fuerza de la corriente impidió que pudiera sacarlo del vehículo a tiempo. La mujer fue trasladada a un hospital para ser atendida. La oficina del alguacil del condado de Union (Carolina del Norte) corroboró que los equipos de búsqueda habían recuperado el cadáver del bebe: "Nuestros pensamientos y oraciones están con la familia del pequeño y con todos aquellos agentes de la ley que colaboraron en su búsqueda. Una situación muy triste", lamentó.

Más allá de las víctimas mortales, cientos de miles de personas han tenido que ser evacuadas de sus hogares y unos 500.000 usuarios se encuentran sin electricidad en la región afectada.
Los últimos datos del Centro Nacional de Huracanes (NHC, por sus siglas en inglés), divulgados a primera hora del lunes, indican que la tormenta se desplaza a una velocidad de 13 millas por hora (unos 21 km/h), lo que supone un incremento con respecto a las últimas horas.

Las imágenes de las localidades afectadas que muestran las principales cadenas de noticias son dantescas, con calles convertidas en auténticos canales. Y las autoridades aseguran que lo peor está aún por llegar.
"Numerosas alertas de inundación actualmente en Carolina del Norte y el sudeste de Virginia. No podemos recalcar esto suficientemente: las inundaciones repentinas pueden ocurrir en cualquier lado, no solo en las proximidades de ríos y arroyos", señaló el Servicio Meteorológico Nacional (NWS) en su cuenta de Twitter.

El NWS quiso, además, "enfatizar" que el peligro continúa presente incluso en aquellas zonas donde la tormenta ya ha quedado atrás, puesto que "aunque las lluvias hayan cesado (...), el cauce de los ríos continúa creciendo".
Trump tiene previsto viajar esta misma semana, una vez que pase el peligro, a la región afectada para comprobar de primera mano los efectos de la tormenta.
Por su parte, la secretaria del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), Kirstjen Nielsen, visitará hoy mismo Carolina del Norte para abordar con las autoridades locales las operaciones de rescate en marcha y los trabajos de reconstrucción que serán necesarios en las zonas afectadas.    Fuente: elmundo.es


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