Si de
verdad quiere ser como Jesús examina tu corazón y analiza lo siguiente:
1) Su corazón era puro.Era atendido por mujeres pero nunca se le acusó de lujuria (Lucas 8:1-3).
Pedro, quien viajó con Él durante tres años y medio, lo describió como un
cordero “…sin mancha ni contaminación…”
(1 Pedro 1:19). Juan
afirmó: “…No hay pecado en Él” (1 Juan
3:5).
2) Tenía paz en su corazón.
Sus discípulos gritaron aterrorizados en medio de la tempestad,
pero Jesús seguía durmiendo (Lucas
8:22-25). Pedro sacó su espada para pelear contra los soldados;
Jesús levantó su mano para sanar (Lucas
22:47-51). Cuando
Pedro lo negó, ¿acaso se enojó Jesús? Cuando los soldaron lo escupieron en la
cara, ¿respondió exhalando fuego de su boca? No, Él tenía paz. Y los perdonó,
porque no quiso dar cabida a la venganza.
3) Su vida tenía un propósito. La
podemos resumir con una frase: “…El
Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10).
Jesús estaba tan centrado en su misión que sabía cuándo decir “…Aún no ha llegado mi hora”
(Juan 2:4) y cuándo decir “…¡Consumado es!…”(Juan 19:30). Pero no estaba tan obsesionado como
para convertirse en una persona desagradable. Atraía a los niños; hallaba
belleza en los lirios del campo, alegría en la alabanza y posibilidades en los
problemas. Podía pasar un día entero con multitudes de enfermos y aun así
seguir teniendo compasión de ellos. Pasó más de treinta años viviendo en medio
de la ciénaga de nuestro pecado, pero a pesar de eso siguió viendo suficiente
belleza en nosotros para morir por nuestras faltas. Pues bien, tú estás llamado
a seguir sus pisadas
Publicar un comentario