SIRIA. – El líder de un ministerio cristiano en la ciudad
costera de Tartus en Siria, dijo que él no es capaz de cuidar a todos los
refugiados que desean aprender acerca de Cristo y la Biblia. Él tiene
dificultades para recaudar fondos y plantar una nueva iglesia en un país que
está en guerra. El reportaje de Al-Monitor muestra
que cerca de 700.000 personas de otras partes de Siria huyeron a Tartus desde
2011, cuando comenzaron los conflictos entre el gobierno y los grupos radicales
que intentan derrocar al presidente Bashar al-Assad.
“Ellos viven en carpas o tiendas de campaña, algunos se
encuentran en las calles de Tartus”, se lamenta un director de Mission
Christian Aid, ONG cristiana que trabajan en el país. “Las iglesias se están
desbordando, por eso nuevos templos son necesarios para servir a los refugiados
en busca de un refugio seguro”.
Desilusionado con el horror
perpetrado por extremistas islámicos, miles de refugiados vinieron a Cristo.
Debido al gran número de fieles durante muchos servicios estos se quedan pie en
el patio de la iglesia.

Etnia tiene los primeros misioneros comisionados
Para satisfacer las necesidades
espirituales y físicas del creciente número de armenios, kurdos, ex yazidis, ex
alauitas y ex musulmanes que ahora siguen a Cristo, los pastores corren contra
el tiempo.
Tienen la esperanza de que vuelva la
paz y los nuevos convertidos pueden regresar a sus lugares de origen en el
interior de Siria, y compartan lo que han aprendido, planeando nuevas iglesias.
Muchos están en Tartus y están siendo
entrenados para reemplazar a los líderes fallecidos. Entre las actividades
previstas para este mes está una Escuela Bíblica de Vacaciones, un programa de
alfabetización, y servicios específicos para evangelizar a los niños
refugiados, que incluye la distribución de alimentos y ropa. Además, se está
trabajando para solidificar las iglesias que trabajan en las casas.
Estos grupos de casas serán la base
para las nuevas iglesias en el futuro, explicó el representante de Christian
Aid, al cual no se revela su nombre por razones de seguridad.
Otro aspecto que llama la atención es
el trabajo de evangelización entre los gitanos Domari un grupo étnico
tradicionalmente musulmán, pero no está bien visto en Siria. Alrededor de 2.000
de ellos viven en un campamento en Tartus y por primera vez hay una iglesia
entre ellos.

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