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Sus palabras mueven la esfera espiritual, por eso le invito a que llene su corazón de la Palabra de Dios. Solamente a través de la fe, las promesas que El Señor dejó en Su Palabra cobran vida


“Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida”.
(Juan 3:34).

Jesús fue fiel a la misión que el Padre le había confiado y poco antes de partir de este mundo, el Señor Jesús les entregó la misma antorcha a Sus discípulos diciéndoles: “…Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo” (Juan 20:21b-22).

Dios, a los que hemos creído en Él, nos ve como Sus mensajeros y a través del Espíritu Santo tenemos la gracia y la sabiduría para hacerlo correctamente.

Me gustaría compartir algunos principios que lo pueden ayudar a ser el mejor mensajero de las buenas noticias:

Motive siempre con sus palabras

El más grande motivador es el Espíritu Santo y Él nos quiere usar para que llevemos esperanza a muchos que están en completa confusión. “Pero yo os alentaría con mis palabras, Y la consolación de mis labios apaciguaría vuestro dolor” (Job 16:5). Job tenía muy claro que ni la crítica, ni el juzgar o condenar a otros les ayudaría en nada; pues en el momento de su aflicción solo escuchó reproches de los labios de sus amigos, a quienes él mismo recriminó diciendo: “Porque ciertamente vosotros sois fraguadores de mentira; Sois todos vosotros médicos nulos. Ojalá callarais por completo, porque esto os fuera sabiduría” (Job 13:4-5).

Use un lenguaje positivo

Con mi esposa tratamos de aprovechar al máximo cada instante que estamos con alguna persona, pues sabemos que Dios la ha puesto en nuestro camino y tratamos, en ese poco tiempo con ella, de dar la palabra acertada que le ayude en las decisiones que deba tomar.

Que sus palabras sean un bálsamo para el alma

Detrás de un mal comportamiento hay un pensamiento negativo. Muchos están batallando con la culpabilidad, el temor, la depresión, la soledad, la tristeza, un sentir de inferioridad, etc. Debemos proponernos que cada una de nuestras palabras sea como un bálsamo para el alma afligida. Salomón dijo: “Los labios del justo apacientan a muchos…” (Proverbios 10:21).

Pablo entregó todo por ayudar a sus discípulos a depender más de Dios: “Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos” (2 Corintios 12:15).

Que sus palabras sean siempre de fe

Sus palabras mueven la esfera espiritual, por eso le invito a que llene su corazón de la Palabra de Dios. Solamente a través de la fe, las promesas que El Señor dejó en Su Palabra cobran vida: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).

ALGO EN QUÉ PENSAR
Mis padres adoptivos me enseñaron a nunca decir “NO PUEDO”. Cuando crees que no hay límites empiezas a pensar que puedes hacer cualquier cosa que te propongas.

Cuando era muy pequeña fui abandonada en un hospital por mis padres biológicos, en ese momento llegaron Sharon y Gerald, mis padres adoptivos, quienes me enseñaron a vivir una vida sin límites, eso me llevó a soñar. Fui inspirada por Dominique Moceanu, una gran gimnasta que me motivó a seguir sus pasos. Al principio no fue fácil, pues las mejores deportistas tenían piernas, pero yo nací sin ellas, - una deformación genética me las quitó, pero no me quitó la vida.

Mis padres se propusieron criarme sin limitaciones, como también lo hicieron con sus otros 3 hijos; una regla en casa era que nunca podías decir “no puedo”. Comencé a prepararme cuando tenía 7 años en una cama elástica que papá instaló, al principio solo rebotaba sin ningún propósito, pero después de mucho practicar logré controlar mi cuerpo y mi técnica. Tiempo después ya estaba compitiendo, y empecé a dominar la gimnasia profesionalmente, en la secundaria fui campeona de gimnasia del Estado de Illinois, también practiqué otros deportes, como béisbol, basketball y siempre lo hice muy bien, nada me limitó.

Un día, cuando tenía 16 años le pregunté a mi mamá acerca de mis padres biológicos, ella tenía mucho temor de decirme cuál era mi apellido, después de mucho insistir ella accedió y me dijo: “Tu apellido biológico es Moceanu”, yo sabía lo que significaba eso, que mi hermana biológica era Dominique Moceanu, la gran gimnasta que me inspiró a tomar este camino.

Quise contactarla y cuando lo logré le envié una carta contándole mi historia y los papeles de mi adopción. Para todos es muy importante conocer a la persona que te inspiró en tu infancia, pero el hecho de que fuera mi propia hermana me dio una gran lección de vida.

Mi vida sigue siendo marcada a cada instante por esa regla de oro que me enseñaron mis padres. “Nunca digas no puedo”.
Fuente:.sigueme.net                   

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