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La Iglesia de Dios traza sus raíces el 19 de agosto de 1886, a una rústica casa ubicada entre la frontera de los estados de Tennessee y Carolina del Norte. Allí, ocho cristianos se reunieron con el deseo sincero de buscar más de Cristo.

El grupo había tratado infructuosamente de reformar a sus iglesias locales, así que establecieron una nueva con el fin de restaurar las doctrinas de la Biblia, promover una mayor consagración, la evangelización y el servicio cristiano. Veintiún años más tarde, la Unión Cristiana nacida en Barney Creek, adoptó el nombre de Iglesia de Dios.

De esos humildes orígenes creció hasta convertirse en una de las denominaciones pentecostales más influyentes del mundo. 


Por 130 años, la Iglesia de Dios se ha distinguido por predicar el evangelio bajo el poder del Espíritu Santo. Al momento, su membresía sobrepasa los siete millones de personas, distribuidas en 183 países. 

Los líderes de la Iglesia de Dios son muy respetados dentro del movimiento pentecostal.

Hoy, la Iglesia de Dios siente un llamado similar al experimentado en sus primeros días en Barney Creek. Sus congregaciones están experimentando el poder del Espíritu Santo como nunca antes. 


De todas partes llegan noticias sobre cientos de conversiones y vidas que reciben la llenura del Espíritu Santo. 


La Iglesia de Dios ha sido llamada a evangelizarle al mundo. También al discipulado y la oración, al compromiso, a ser un canal para el avivamiento pentecostal en este nuevo milenio.



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