¡Me quiero casar! ¿Me quiero casar? El amor no
es un juego de lotería ni un golpe de suerte; es un descubrimiento y una
elección. Encontrar el amor de tu vida podría llevar tiempo, y eso es
precisamente lo que la gente, especialmente las chicas, quisieran evitar. Las
presiones familiares y sociales podrían llevarte a tomar una decisión
equivocada.
La impaciencia es tu peor enemigo. No te dejes
traicionar por la urgencia y las necesidades
afectivas. Que se presente un candidato, no quiere decir que sea el indicado.
Lo primero no
siempre es lo mejor. Sergio Marquet, en su libro Yo quiero un amor para toda la
vida, señala algunas claves para gozar de una relación sana y duradera.
5 He aquí algunas de ellas:
1. Estar
enamorado. No todos los que están de novios están enamorados, e incluso
algunos, llegan al casamiento sin contar con la certeza de este sentimiento.
Hay muchas parejas que sustentan su relación en cualquier cosa, menos en el
amor. Se ponen de novios para suplir carencias emocionales e intereses
personales, por ejemplo: escapar de un hogar convulsionado o por el temor a
quedar solos.
Construir una
relación fundada únicamente en la simpatía, la adrenalina, la sensualidad o un
buen pasar económico es hacer castillos de arena que no podrán soportar los
embates y las tempestades de la vida. No alcanza la buena onda, no basta con llevarse
bien. Hace falta estar enamorados. Cuando estás con una persona que no amas de
verdad, no estás con la persona que podrías estar amando con todo tu corazón.
2. Tener metas
comunes. El matrimonio es una relación en la que ambos, además de mirarse a los
ojos, también deben mirar juntos hacia adelante. Cuantos más aspectos tengas
para compartir, más fuerte será tu relación y más difícil será que ésta se
rompa; estarás mucho más unido a la persona que se encuentra a tu lado. No
significa que tengan que estar de acuerdo en todo, pero sí en cosas que son
trascendentales, por ejemplo, la fe. “¿Andarán dos juntos si no estuvieran de
acuerdo?”, Amós 3:3. ¿Puedes charlar con tu pareja sobre temas profundos? ¿Qué
cosas tienen en común? ¿Encuentras en ella un oído que te escuche? ¿Puedes
hablar de “todo”? ¿Son amigos?
3. Aceptar los
defectos y las virtudes. Al comienzo de la relación, las personas tratan de
ocultar sus defectos, pero el tiempo se encarga de hacerlos públicos. ¿Qué
cosas negativas adviertes en tu pareja? ¿Estás dispuesto a convivir con esos
defectos el resto de tu vida? Si bien es cierto que podría cambiar, también es
cierto que podría no hacerlo nunca. La palabra “acepto”, dicha en el altar, es
igual a decir: “estoy dispuesto a vivir con ellos, cambie o no”. Insistimos:
¿estás dispuesto a vivir con alguien que tiene esos aspectos negativos? Si
dices “sí”, pon fecha de casamiento.
Si dices “no”, tienes dos alternativas: –
habla ya mismo y dile a tu pareja que no avanzarás en tu relación, si eso que
te molesta no cambia; o puedes decir “gracias por todo… y adiós”. Es preferible
reconocer un error que continuar en el mismo. Es mejor darse cuenta de que
perdimos el tiempo, a seguir perdiéndolo. Mientras más tiempo pases tolerando
algo en tu interior, más difícil será deshacerte de esa situación. Muchas
personas reconocen demasiado tarde que el matrimonio no soluciona lo que está
mal en el noviazgo.
“El noviazgo es ciego, pero el matrimonio te restaura la vista”, George Lichtengberg. “La felicidad del que ama es ver la felicidad del ser amado”, Sergio Marquet. En oración y, con total sinceridad, contesta las siguientes preguntas.
El resultado te dará un panorama más completo acerca de tu relación de pareja: ¿Piensas en tu pareja la mayor parte del día? ¿La extrañas? ¿Sientes la necesidad de estar con ella? ¿Estás enamorado?
Quien está enamorado sabe que lo
está y no tiene dudas de ello; y quien no lo sabe es porque sencillamente no lo
está. ¿Te casarías igual sabiendo que tu pareja nunca cambiará los aspectos
negativos que no te desagradan? ¿Comparten el mismo punto de vista con respecto
a las grandes áreas de la vida: familia, trabajo, fe, futuro? Si no puedes
decir: “somos el uno para el otro”, cuidado, hay una luz roja que podría estar
advirtiéndote de que vas por mal camino.
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